Friday, November 8, 2013

Ciencia: creatividad y método




El espíritu científico es complejo, porque no es uno. Por un lado, necesita de una mente estructurada para poder analizar y teorizar cosas y situaciones. Pero si no hay nada más, nos quedamos en la técnica. La ciencia necesita también la fase inicial: necesita una mente abierta, capaz de imaginar un abanico casi infinito de posibilidades. No hay ciencia sin creatividad. 

Afirmar que todo empezó con un Big Bang es una hipótesis muy plausible, el problema es que a veces quien lo dice, lo hace más por convicción doctrinal que por comprensión racional. Científico es el que alucina con el Bing Bang. Dogmático es el que lo afirma sin pestañear. De hecho, que el inicio sea Dios o sea el Big Bang no le impide a un científico creyente investigar sobre la malaria. El constante cuestionamiento de la realidad es lo que hace el espíritu científico, no la recitación de teorías ya existentes.

Uno puede creer en lo que quiera siempre que luego, en el campo en que trabajas, pueda sostener sus métodos y resultados. El problema no es la creencia del otro lado del límite de lo comprensible, el problema es el método que aplicas sobre lo que no hace falta creer. Incluso más – las hipótesis variopintas sobre lo que puede ocurrir del otro lado, no son contraproducentes, sino necesarias para investigar. Encontrar así nuevos caminos o desenmascarar los callejones sin salida.

La capacidad de lanzar con libertad estas hipótesis descabelladas es algo que debería ser más tenido en cuenta. Sin los que lanzan las hipótesis que luego resultan ser falsas, no podría surgir la buena. No siempre hay indicios iniciales sobre qué lleva por el buen camino y qué llega tan sólo a un error. No hay que juzgar la hipótesis por el resultado, sino por las pistas que permite abrir o que incluso permite cerrar. Franklin creía que el estado natural del agua en el mundo era salada, y que era la evaporación del mar lo que le confería momentáneamente un aire dulce. Ahora sabemos que es lo contario, que son los minerales que arrastra en su caída los que le dan a posteriori sus sales. El Viagra se inventó buscando una cura a las enfermedades del corazón – y ante la vasodilatación de otros conductos, se tuvo los reflejos necesarios para hacer pasar delante al efecto secundario. 

No hay que matar la creatividad si queremos avanzar, ya que el método es justamente este, se trata de aplicar a posteriori pautas de verificación a ideas potenciales. En ciencia, cuentan la idea y el método. Es la manera de llegar al resultado. Y si el campo analizado es fácilmente puesto a prueba, muchas veces sucederá que se antepondrán las pruebas experimentales sucesivas a un análisis detallado inicial - ¿por qué no, si se tiene a mano? Para otras teorías más complejas como el Big Bang con que comenzábamos, es más difícil poder experimentar. Pero sin la explosión creativa inicial, no habría nada sobre lo que aplicar método alguno.