Tuesday, May 19, 2009

¿Dónde te gustaría despertar mañana?


I found this video on the web. It's great. I put some comments after it... but I think you should see the video before. Also, if you like this one, go to their site on Vimeo (click here) and see the others (London, New Orleans...). It's fantastic. Where would you like to wake up tomorrow?


It's so nice to see people's answers. What is amazing is the capacity of taking the question to your own dreams... Some persons simply answer "my bed", because it's true, it's home, it's safe, and it's a very good answer. Some others answer a place in the world, a place they have seen in films, a place they want to discover. Others relate it to a person, the room of my boyfriend, the house of my partner, the place does not matter, it's the people you are with. And some others travel in time, simply thinking out the box, what a nice state of mind: a place they create themselves (drawers you open and surprises come up from there), the best place possible (Paradise). Or again, a place with someone, with your dead father, that died in Queens because he was shot. Oh, what a video, what a story. A travel to people's mind. Absolutely great. 

Monday, May 18, 2009

La realidad y la ficción (2)























Hace un año, un domingo, salí a pasear por Barcelona. Tras un rato deambulando, me senté en las escaleras del MNAC: se está bastante tranquilo, sin coches, con el aire un poco más puro de Montjuïc, además hay una buena vista de la ciudad. Y entonces aparecieron por allí, sin hacer demasiado ruido, Woody Allen y su equipo. Rodaron una escena de la película Vicky Cristina Barcelona, y siguieron su camino. Meses después reconocí la escena, sentado en el cine, en la que Rebecca Hall charla con no recuerdo quién, mientras bajan las escaleras de piedra, con vistas a la avenida María Cristina y sus fuentes.

La película me dejó indiferente, nada que ver para mí con la divertida Auberge Espagnole, donde en vez de enseñarnos escenarios de lujo como esta escalinata bajo la luz dorada del atardecer, en vez de mostrarnos estereotipos como el artista creativo que conduce un descapotable rojo a lo James Dean y vive en una mansión de ensueño (pese a su padre ser poeta), se nos presentan unos jóvenes locos de vivir, las pintadas del Raval, el timbre que no funciona y la ropa tendida al sol. Vicky Cristina Barcelona es una postal, l’Auberge espagnole una atmósfera.

Y sin embargo, sigo pensando que sí, que hay postales artísticas, en la que sólo cuenta la asociación, que dan mucho más de sí. Quizá porque se asemejan más a lo imposible, a lo ideal. No sé si es algo propio mío, pero hay imágenes que me ponen la piel de gallina. No es lo mismo ver Barcelona con Vicky o Cristina… que verla con Batman, por ejemplo. Con el cómic, el dibujo, no la adaptación hollywoodiense. Sé que hay gente que se echará las manos a la cabeza con tal mezcla, mucho tiene que ver con que no tenemos mucha cultura del cómic, y lo percibimos como algo infantil. Sin embargo, en Francia o Bélgica, las viñetas circulan por todas las esferas, incluídas las más intelectuales. He visto a catedráticos de la Sorbona charlar sobre bandes dessinées. A mí me pasa eso, me fascina el poder eterno que tiene un dibujo, una instantánea. Me gusta ver dibujado lo que es real, del mismo modo que me gusta que la catedral de Gaudí imite formas naturales.

Ver un par de turistas en Barcelona es algo normal. Pero ver a Batman en Barcelona, eso es increíble. Ver al Manchester United en nuestras calles es prometedor, pero ver a Oliver Aton fichar por el Barça, eso es ya un sueño hecho realidad. Al menos para los que somos de la generación de los ochenta: los que nacieron un pelín antes aún disfrutan con Eric Castel vistiendo la misma camiseta. O Mortadelo y Filemón compitiendo en las olimpiadas. Supongo que es ese proceso de identificación que nos hace sentir a gusto, un sentimiento de pertenencia, de compartir algo en nuestra vida. Ellos son los héroes, y si en vez de ser ficticios –de Gotham- son de un lugar cercano, la pasión crece. Como la casa de Julieta en Verona, donde día tras día se reúnen los turistas y observan esa hiedra que sube hasta el balcón. Y dónde yo también me hice la foto.

Sunday, May 17, 2009

La realidad y la ficción (1)















Fue un shock inmediato cuando, al volver a Barcelona tras un tiempo en el extranjero, me di cuenta de que la ciudad acaba de haber dado un salto al futuro. No, un salto al pasado. No, un regreso al futuro. No, un salto a la ficción. Bueno, no sé el qué. Pero lo que sí sé es que estaba presenciando lo que años atrás se había escrito en un libro de ciencia ficción. Bueno, en un libro cómico. Bueno, en un libro, vaya. Y sólo pude pensar en la cara que debió poner Eduardo, sentado delante de su café con leche, una mañana cualquiera, con El País encima de la mesa, al leer esa noticia. Oh, no, no era ninguna noticia bomba, nada sobredimensional. Pero ese anuncio de que la ciudad iba a incorporar una flota de bicicletas rojas para bajar de Sant Gervasi al Moll de la Fusta era lo más. Era eso que él había ideado como solución idealística pero fantasiosa, y ahora se estaba haciendo realidad delante de sus propias narices. Nosotros que pensábamos que los de la nevada del 62 serían para siempre los únicos en poder bajar Balmes deslizándose sin motor por la calzada, vimos que de aquel momento en adelante, la profecía del extraterrestre en busca de Gurb se hacía realidad. El autor todavía se debe estar riendo, y yo creo que debe estar feliz. Ay, que bueno debe sentar eso de ser un visionario. Sobre todo en clave de humor. 

"Quizá la gente haría más uso de la bicicleta si la ciudad fuera más llana, pero esto tiene mal arreglo, porque ya está casi toda edificada. Otra solución sería que el Ayuntamiento pusiera bicicletas a disposición de los transeúntes en la parte alta de la ciudad, con la cuales éstos podrían ira al centro muy deprisa y casi sin pedalear. Una vez en el centro, el propio Ayuntamiento (o, en su lugar, una empresa concesionaria) se encargaría de meter las bicis en camiones y volverlas a llevar a la parte alta. Este sistema resultaría relativamente barato. A lo sumo, habría que colocar una red o colchoneta en la parte baja de la ciudad para impedir que los menos expertos o los más alocados se cayeran al mar una vez efectuado el trayecto descendente. Quedaría pendiente, claro está, la forma en que la gente que hubiera bajado al centro en bicicleta volviera a la parte alta, pero esto no es cosa que deba preocupar al Ayuntamiento, porque no es función de esta institución (ni de ninguna otra) coartar la iniciativa de los ciudadanos."

"Sin noticias de Gurb" (día 17, 18h00). Eduardo Mendoza, 1990.