Tuesday, June 9, 2009

La palabra, el pensamiento y la creación











Vi hace poco un reportaje sobre la obra de Stephen Hawking, el físico reconocido por sus estudios sobre el Bing Bang, el origen del Universo, una teoría holística que lo ligue todo y nos diga cómo es que podemos estar aquí, hoy. Pero yo hoy no voy a hablar sobre cosmología ni física, lo que pasa es que al ver ese reportaje me entró mucha curiosidad no sólo el tema en sí, sino también ver a la persona trabajar, pensar. Porque Hawking no puede hablar, no puede moverse apenas … y no pude sino preguntarme sobre lo ligados que están o no el pensamiento y la palabra. Es un tema típico de filosofía, lo sé, se ha tratado mucho sobre ello, y por desgracia no lo he leído. Pero es que al ver a Hawking trabajar, vi claramente en práctica un enigma que en teoría, para mí, sólo existía en nuestras mentes. Me hizo pensar en ello porque se le veía reflexionar, y esa batalla entre pensamiento y palabra que existía en su mente (batalla en su caso entre símbolos y pensamiento, alfas betas y ces al cuadrado), me vino a la cabeza porque había su transposición más grosera con la batalla entre la frase ya formada en la mente de uno y la expresión de esa frase al mundo exterior. De hecho, Hawking pues sólo fue un puente, que me llevó como la madalena a un dilema que recordé entonces.

El problema es fácil, y si nunca os habéis parado a pensarlo, podéis sin problema hacerlo ahora: ¿cuando pensáis, utilizáis palabras, o las palabras son tan sólo el lenguaje que utilizáis para dar a conocer el resultado de vuestros pensamientos? ¿Palabra y pensamiento están unidos, se puede pensar cosas complicadas sin tener esa herramienta virtual que es la palabra? … El otro día, al ver a Hawking en acción, me vi de lleno en el problema, gracias a esa transposicón que se aprecia en su caso, una transposición mucho más visible ya que no ocurre tan sólo en la mente, sino justamente en la salida de la idea fuera de la mente, donde por definición el resultado será visible al resto. Él, ahora, sólo puede comunicarse de forma “binaria”: moviendo un solo músculo de su cara. Nada más. Un solo músculo. Sólo dos mensajes posibles: 1 (movimiento), 0 (no movimiento). A través de un programa de ordenador, desarrolla pues sus frases, pero os podéis imaginar la velocidad. Y es que aparte de la palabra, hay algo bastante esencial para desarrollar el pensamiento: un lápiz y un papel, o algo equivalente. Es muy difícil resolver una ecuación sin escribirla, por muy sencilla que sea la ecuación. Todos los matemáticos, escritores, dibujantes, todos hacen uso del borrador, donde, al ver la idea en un soporte externo, la perciben desde un punto de vista externo, y pueden pues trabajar sobre ella, desarrollarla, probarla, retocarla, añadir, sacar, etc. La herramienta exógena ayuda a adelantar, es como tener un disco de memoria externa para nuestro ordenador, una memoria RAM que nos ayuda a ir más rápido -incluso que nos ayuda a "ir", sin ella no podríamos movernos-. ¿Pasa lo mismo en la mente? ¿Las palabras son nuestra memoria RAM que almacenan conceptos que existen de otra forma? ¿Sólo podemos tener ideas de algo que conocemos, ideas vocalizables, explicables? ¿O una idea puede ser algo que está ahí pero que, como el que en un sueño quiere hablar y no puede, se queda encallada, no sale? ¿Qué es una idea? ¿Son pequeñas descargas eléctricas neuronales, es una cantidad de electrones, es algo con masa o un cuerpo etéreo…?

¿A quién no le ha pasado eso de tener una palabra en la punta de la lengua, sentirla, saber que está ahí, y sin embargo no poder capturarla? ¿O esa sensación de ver pasar una idea por la mente, como una estrella fugaz, y no poder atraparla: era una frase estructurada, eran símbolos, era una combinación de impulsos eléctricos neuronales? Supongo que la neurociencia se encarga de encontrar y definir esta situación. Es realmente volcánica la actividad que pasa por el cerebro. Freud ya lo adelantó con el subconsciente, toda esa parte existente pero entonces aún latente de nuestra persona. Una vez, tras haber tenido unos cuarenta grados de fiebre, fui incapaz de explicar con palabras lo que me pasó durante mi delirio, mi malestar, mi sudoración. No eran sueños, era un estado que yo no pude explicar con palabras. Era como un caleidoscopio, pero no visto desde fuera, sino que yo era el caleidoscopio… Y no recuerdo, no recuerdo más, porque quizá mi cerebro tan sólo recuerda lo que puede ordenar con palabras… O quizá no, quizá un día esa madalena me recuerde ese estado, como el olor súbito nos recuerda ese día del verano del 64…

Pero eso son estados pasivos, cosas que nos suceden, no cosas que realizamos. Pero pasa lo mismo con lo reflexivo. ¿Qué es pensar? ¿Cómo se pasa del momento cero al momento en que pam, aparece el inicio de una idea? ¿Es una transición? ¿Es una resolución de ecuaciones con hipótesis que tenemos almacenadas en el cerebro? ¿Pero y la primera idea, cómo nace, cómo sale de la nada? Al ver pensar a Stephen Hawking sobre el inicio del Universo, yo no podía sino pensar en el inicio de su pensamiento. ¿Qué le pasa por la cabeza? ¿Una imagen de estrellas y galaxias explotando o una ecuación? ¿Algo concreto o algo abstracto?

Me quedé pues meditando un buen rato, perplejo de lo que acababa de ver. No sé, no sé qué es lo que pasa. Como en la película “2001 Odisea en el Espacio”. Una película que retrata perfectamente la diferencia entre evolución y revolución, en esa escena del principio, cuando el simio coge el hueso y con él rompe los cráneos secos. Se ha dado cuenta de lo que ha hecho: una ruptura con la historia. Desde allí ya nada será igual. Y lo ilustra Kubrick en ese plano en que el simio tira el hueso al aire… y la siguiente escena es la nave espacial flotando en el espacio, girando lentamente como giraba el hueso en el aire. Entre coger el hueso con la mano para utilizarlo de herramienta, y volar en el espacio, no hay ningún dilema: es una simple evolución. El verdadero dilema está en el inicio, cuando coge y utiliza el hueso como herramienta, en el momento creativo, no en el momento evolutivo. ¿Qué le pasó por la cabeza para hacer algo que nunca antes se hizo? Eso mismo me pregunto yo: ¿qué pasa por nuestra cabeza que podamos hacer tantas cosas desde cero? ¿Qué está ocurriendo en mi cabeza ahora mismo?

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