Thursday, November 13, 2008

Gente Erasmus



(Milán, Octubre de 2005)

¿Pero porqué te vas a estudiar a Francia, no dan aquí en España la carrera que estudias? ¿Que sí que la dan? ¿Pero, entonces, flor de mi vida, amor de mi alma, por qué te vas?


Ésta es solo una pequeña muestra de las preguntas a las que tendrá que responder todo pretendiente Erasmus a su abuelita. Y es que antaño los españoles que se iban al extranjero eran los que necesitaban el tirón de Alemania para dar de comer a familias numerosas que aspiraban cada dos años al premio nacional de natalidad. Entonces la gente se iba por necesidad, ahora lo hacemos por oportunidad. Esto ya no es lo que era. ¡Por suerte, cabe añadir! Quizá no sabemos bien del todo quién es este tal Erasmus, un holandés nos dice uno, un humanista de la época medieval, pero lo que sí sabemos es de este programa de intercambio entre universidades europeas que lleva su nombre.

De Erasmus hay de todas clases, seamos honestos. Y es que a partir del momento en que uno ya no se va por necesidad, pues resulta claro que eso de los estudios no es la prioridad para todos.

-Nos encontramos pues con el Erasmus fiestero, el que nadie sabe cómo, pero aparece en todos los blogs universitarios, en todas las páginas web de las asociaciones de estudiantes, y sobre todo, en todas las fiestas. Fiesta en el “Casablanca”: ahí está él (o ella, que en esto del entretenimiento nocturno no hay discriminación, si no es positiva: ellas entran gratis). Fiesta en l’Étoile: allí lo vemos con la mejor de sus sonrisas, de oreja a oreja. Fiesta en La Paloma: no falta a la cita, copa en mano, trofeo a veces también. Pero la misma regla de tres que lo hace aparecer en todas las listas VIP discotequeras, lo hace desparecer de la lista de la clase.

-Luego tenemos aquellos Erasmus turistas: cámara en mano, se cogen los “fines de semana del estudiante”, que se caracterizan por ser los únicos fines de semana más largos que la semana, sólo superados un año de cada tres por el españolísimo macro puente de la Purísima Constitución (receta: júntese el 6 y el 8 de diciembre, día de la Virgen el primero, de la Constitución de 1978 el otro, y hágase coincidir el todo en martes y jueves. Cójase la baja el lunes, con la excusa del primer resfriado del invierno que se avecina, para aplicar el miércoles el día de fiesta de esos sueltos que le quedan a todo trabajador, y en cuanto al viernes no se preocupe, a nadie se le ocurrirá ir al trabajo ese viernes). Así, nuestro querido Erasmus dedica parte de su tiempo a las visitas culturales por la región y el país y los países vecinos y el resto del continente, y es que una vez se ha pegado el salto, ya no se puede parar.

-No olvidemos al Erasmus con vocación para crear una agencia de viajes familiar: se trata de aquél que recibe cada fin de semana a dos miembros de su extensa familia. Suele pasar que este Erasmus en particular es aquél que se fue de casa justamente porque ya estaba un poco cansadillo del ambiente familiar. Pero es que en su casa eso de que “Juanillo esta estudiando en París” suena como un “¡Por fin tenemos excusa para ir a París!”. Le vemos pues un fin de semana tras otro con padres, abuelos, tíos, primos... Es el mismo tipo de familia que cuando hay boda se llevan el tupper, y que hacen retrasar el avión porque ya no saben donde han puesto los billetes. La familia del Tebeo, vaya. Los que cuando van a la playa parece que se vayan de camping, con las sillas y la mesa plegable y la abuela y la bombona de butano bien naranja para hacer la paella.

- Otro fenómeno paranormal es el hecho que cuando uno se va de Erasmus, por muy lejos que se vaya, ya sea a la otra punta del mundo (en este caso ya no se llama beca Erasmus, pero el concepto es el mismo), siempre se acaba encontrando a alguien que es del pueblo. De su mismo pueblo. Si le parece que esto no le ha ocurrido, recúrrase a sendas abuelas, pues son las garantes del árbol genealógico no sólo de la propia familia sino de cualquier familia del pueblo, eso sin contar los conocimientos adquiridos en el ¡Hola!. Ellas le dirán que en efecto, la Julieta es hija de la prima de la sobrina de la amiga de la tía del mosén. De la familia, vamos. Y tú sin saberlo.

Y así hasta más no poder. Pero no nos engañemos, esta nueva especie de homus internationalis lleva consigo una carga de inquietudes. A menudo se va de intercambio sabiendo que, en el mejor de los casos, al regreso tendrá que trabajar dos veces más que sus compañeros de promoción porque las asignaturas no son nunca exactamente las mismas, en el peor tendrá que volver a hacer su cuatrimestre, trimestre o semestre en su universidad de origen. Pero el Erasmus sabe que no ha perdido el tiempo. Se agarró fuerte a la oportunidad y no la dejó escapar. Lo que no aprendió de académico lo aprendió de la vida. Y eso que en la vida, no hay nada escrito.

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